¿Qué es el síndrome post-vacacional? El síndrome postvacacional o depresión postvacacional es una situación en la que los afectados refieren un estado emocional altamente reactivo, que se puede manifestar con tristeza, ansiedad, fobia social, hastío, cansancio, anhedonia…
Este proceso es transitorio y, lo más importante, puede minimizarse su impacto de forma sencilla.
Paralelamente se debe descartar, sobre todo si se mantiene en el tiempo, una situación más grave (en el caso de no responder de forma adecuada y un tiempo reducido).
Cómo combatir el síndrome post-vacacional
En muchas ocasiones, solemos pensar que esta situación depresiva se dará en la mayoría de las veces sin poder hacer nada por resolverlo, convencidos de que la solución es el tiempo pero… ¡Nada más lejos de la realidad! Se pueden tomar medidas para que esto no suceda.
Estas situaciones pueden estar mostrando algo más que un estado temporal de desgana, apatía o tristeza. Pueden ser el resultado de la reaparición de una frustración tapada por la costumbre y la resignación. Estas situaciones hay que descartarlas, ya que esto no sería un síndrome postvacacional, sino más bien un cuadro de distimia o ciclotimia que ha de ser diagnosticado y tratado.
Por norma general, en la mayoría de las ocasiones, estos cuadros se resuelven en pocas semanas como consecuencia de la adaptación a una situación de mayor exigencia y compromiso que la que había durante el periodo vacacional.
Diferentes estudios han demostrado que en más del 50% de los casos, los trabajadores están sometidos a un nivel de estrés de gestión incómodo, que en ocasiones conduce al burnout. Esta situación lleva a un rechazo inicial ocasionado por fenómenos ansiosos e irritabilidad de nuestra vuelta al trabajo por la impronta de encontrarnos con las mismas situaciones estresantes, pero que se terminan resolviendo conforme pasan los días.
Es importante entender que el síndrome postvacacional no tiene que ver con situaciones en las que los afectados se vean discriminados, rechazados o usados como diana de bromas de mal gusto. Las situaciones en las que estos acontecimientos conduzcan a un rechazo del puesto de trabajo pueden llegar a ser delitos y no meros síndromes postvacacionales.
Vuelta a la rutina con ilusión
En la actualidad existe una gran cantidad de estrategias para poder afrontar y gestionar el estrés laboral o vuelta a rutinas tediosas y repetitivas ¡Formarse en ellas nos dará herramientas para minimizar este impacto!
Por ejemplo, por medio de las visualizaciones podemos potenciar un estado de bienestar y quietud en nuestro entorno laboral. Si repetimos estos ejercicios, condicionamos a nuestro sistema nervioso central a responder de la forma proyectada, frenando de este modo ciertos automatismos comunes como el rechazo al trabajo que puede suceder al pasar de un estado de pleno ocio a otro de estrés laboral.
Las principales claves para iniciar la rutina con ilusión son:
- Lo primero es haber dejado las tareas antes de las vacaciones organizadas y terminadas en los casos posibles. De esta forma, al enfrentarnos al trabajo, reducimos su carga y mejoramos su gestión.
- Utilizar los últimos días de las vacaciones, al menos uno, para organizar la primera semana de trabajo y repasarla mentalmente.
- Llevar con nosotros algún recuerdo de las vacaciones, ya sea un pensamiento, imagen, amuleto…
- Verbalizar el estado de ánimo con amigos, familiares o compañeros de trabajo.
- Recuperar los buenos recuerdos del día a día y utilizarlos a la hora de reconocer nuestro entorno laboral.
- Programar durante las primeras semanas momentos de ocio que prolongan las buenas sensaciones de las vacaciones para tener una transición paulatina.
¡¡Existen muchos recursos y estrategias que se pueden poner en práctica, es importante saber que es en nuestra mente y por medio de ella cómo podemos adaptarnos a casi cualquier realidad!!

Reforzar el sistema inmune con agua de mar
Los cuadros de estrés agudo o pseudodepresivos, como puede suceder en el síndrome postvacacional, nos pueden inmunosuprimir y debilitarnos físicamente, dificultando aún más nuestra adaptación a la rutina diaria. Por este motivo, los suplementos como los minerales, vitaminas, algunos estimulantes o relajantes naturales nos serán de utilidad para luchar contra el estrés y el decaimiento apático.
En esta situación, el agua de mar ultrafiltrada, puede mineralizarnos para potenciar nuestro sistema inmune sin añadir calorías extra, situación que puede importar por los excesos de la festividad.
El agua de mar ha demostrado efectos sobre la regulación de la inmunidad, pudiendo inferirse un incremento de la función inmune, sobre todo, en los linfocitos T.
Incrementa tu energía con la ayuda del agua de mar
Los minerales que encontramos en el agua de mar son los mismos que necesitan nuestra células orgánicas, encontrándose concentraciones en nuestros intersticios en la misma proporción.
El agua de mar nos ayuda a mantener nuestro estado energético, sobre todo cuando existe pérdida de minerales y no son repuestos, situación que se da con frecuencia en las vacaciones estivales.
Paralelamente el equilibrio hídrico está íntimamente ligado al equilibrio mineral, evitando de esta forma con el consumo de agua de mar junto con agua libre, tanto la deshidratación como la hiponatremia.
Mejora tu concentración gracias a los minerales del agua de mar
Es posible que te sientas algo aturdido los primeros días tras el regreso de las vacaciones. La mente se ha encontrado ociosa sin pensar en el día a día laboral (es cierto que esto no se da en todos los casos, puesto que hay personas que no desconectan) y de repente, la “cruda realidad”. Pues para esto una buena rutina alimentaria y de ejercicio ayuda a reducir el estrés y mejora nuestro rendimiento físico y mental.
El agua de mar como complemento nos aporta microelementos sin aporte calórico, sirviéndonos para mejorar nuestras funciones cognitivas y facilitando la pérdida del peso que puede haberse adquirido por los excesos vacacionales.
Los minerales como el zinc, selenio, manganeso, magnesio, calcio… son esenciales para una correcta función cognitiva, ya que intervienen en la turgencia celular, la conducción y la regulación del impulso nervioso, esenciales para tener una mente despierta y activa.
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