El síndrome metabólico forma parte de las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT). En la actualidad se puede considerar una epidemia del siglo XXI en sí misma, afectando tanto a la calidad como a la esperanza de vida.
Además, debemos añadir que en un porcentaje nada desdeñable los afectados del síndrome metabólico pueden evolucionar al desarrollo de diabetes mellitus tipo II, incrementándose las repercusiones sociosanitarias.
¿Qué es el síndrome metabólico?
Fue el profesor Gerald Reaven, quien en 1988 en su conferencia Banting de la Asociación Americana de Diabetes, mencionó la importante participación de la resistencia a la insulina y las enfermedades metabólicas.
Pudo mostrar las íntimas relaciones que existían entre la resistencia a la insulina, hiperinsulinemia, intolerancia a la glucosa, hipertrigliceridemia, bajos niveles de HDL y la hipertensión arterial, llamando a esta agrupación de factores “síndrome X”, síndrome que posteriormente se rebautizaría como síndrome metabólico (1).
En la actualidad, para valorar de forma apropiada el síndrome metabólico, se han incrementado el número de factores a controlar y medir, entre ellos:
- Adiposidad central o visceral.
- Elevación niveles de APO B.
- Elevación de las LDL pequeñas y densas.
- Elevación del fibrinógeno plasmático.
- Activación del plasminógeno.
- Aumento de la PCR, del PAI-1 y microalbuminuria (2).
En la tabla 1 y 2 tenemos las definiciones más aceptadas sobre el síndrome metabólico.
Síndrome metabólico y cómo afecta la epigenética
Según los datos obtenidos por los Centros para el Control de Enfermedades (CDC), el síndrome metabólico puede variar entre grupos de sexo y etnias, por lo que nos indica que existen factores genéticos asociados.
Pero los últimos hallazgos concluyen que la prevalencia del síndrome metabólico ha ido aumentando con el tiempo en todos los grupos sociodemográficos, por lo que podemos inferir que este incremento de la prevalencia se debe a factores ambientales, debiéndose identificar los mecanismos epigenéticos que median el impacto ambiental en la etiología del síndrome metabólico con el fin de diseñar nuevas estrategias de intervención y terapias apropiadas (3).
Hasta el punto que en la actualidad el ambiente puede estar implicado en el desarrollo del síndrome metabólico en más del 90% de los casos.
Se ha demostrado que el entorno, el genotipo y el fenotipo materno influyen en el fenotipo de la descendencia, de forma independiente del genotipo de la descendencia (4).
Tenemos el ejemplo de los hijos de madres obesas, los cuales tienen un riesgo mayor de desarrollar obesidad y complicaciones metabólicas (como el síndrome metabólico o la DM tipo 2) con relación a los hijos de madres con normopeso (4).
“El síndrome metabólico es el resultado de interacciones complejas y no lineales entre el medio ambiente, la genética y la epigenética. Estos factores interactúan entre sí en ciclos de retroalimentación, y los estudios destinados a comprender cómo interactúan arrojará luz sobre la etiología del síndrome metabólico.” (5).
La relación entre la expresión génica y el ambiente se está demostrando gracias a los cambios que se producen en la maquinaria que se encarga de regular la expresión del DNA. Estos cambios son detectables y evaluables y se les denominan marcas epigenéticas. Entre ellas contamos con:
- Modificaciones de las histonas.
- Metilación del DNA.
- ARN no codificantes.
- Estructura de la cromatina.
Estas son diferentes formas de modificar la expresión génica sin necesidad de modificar el código genético, dando lugar a diferentes fenotipos con un mismo genotipo.

Causas del síndrome metabólico
Las causas del síndrome metabólico, aunque no se conocen con exactitud, se considera que son de origen multifactorial. Entendiendo el modelo biopsicosocial, podemos hacernos una idea de la dificultad que tiene la simplificación de las enfermedades que se ciñen a este concepto, ya que todo puede influir en el desarrollo de la enfermedad.
Aun siendo difícil determinar con exactitud las causas, sí podemos mencionar los factores implicados en su desarrollo, estos son:
- La obesidad abdominal.
- Dislipidemia.
- Hipertensión arterial.
- Diabetes Mellitus Tipo 2.
- Malos hábitos y estilo de vida.
- Existen más parámetros a valorar y se están introduciendo otros, lo que indica las dudas que todavía se tienen sobre la etiología del síndrome metabólico.
Obesidad, síndrome metabólico y diabetes
Tanto la obesidad como la inactividad física están relacionados con el desarrollo del síndrome metabólico y de la diabetes mellitus tipo 2, por el efecto de las alteraciones metabólicas que se producen con el exceso calórico o la falta de su consumo.
El tejido graso es más que un almacén energético, es todo un órgano endocrino, al cual se le está prestando mayor atención la actualidad por su implicación en las enfermedades crónicas no transmisibles como:
- Hipertensión.
- Aterosclerosis.
- Dislipidemias.
- DM tipo 2.
- Síndrome metabólico.
Con respecto a la obesidad, la obesidad central o androgénica es la que más implicada está en la asociación al síndrome metabólico y DM tipo 2. Se ha visto una relación clara e incluso se utiliza como biomarcador del síndrome metabólico la grasa hepática y pancreática en pruebas de imagen (6).
Por esto, el control del peso es una forma sencilla para reducir el riesgo de padecer enfermedades metabólicas más allá de un exquisito control de los productos que se consumen, aunque es verdad que el tipo de dieta está también implicada en el desarrollo de estas enfermedades. Se podría decir que lo prioritario es mantener un porcentaje de grasa corporal apropiado, que además se verá muy beneficiado si se mantiene por medio de una dieta equilibrada y actividad física moderada.
¿Cómo combatir el síndrome metabólico?
Para poder combatir el síndrome metabólico tenemos dos frentes principales (entre las medidas generales) que si se aplican de forma apropiada, en un porcentaje elevado de casos no será necesario llegar a la medicación del paciente, e incluso puede llegar la resolución de la enfermedad (tomando las medidas de forma temprana).
En los últimos años, gracias a diferentes estudios, se ha podido demostrar que por medio de la restricción calórica se puede llegar a un control glicémico apropiado, e incluso a la curación definitiva de la diabetes, siendo cierto que esto es difícil y se requiere de un control minucioso de las calorías que se consumen (7).
El ejercicio físico también ha demostrado sus bondades en la prevención y tratamiento del síndrome metabólico y de la DM tipo 2, pero no solo esto, la realización de ejercicio físico de forma regular ayuda a la reducción del peso, de lípidos, incremento de los niveles de HDL… (8).
En el estudio SLIM se observó que tras 3 años de aplicación de la intervención en el estilo de vida se redujo en un 58% el riesgo de diabetes y una reducción del 47% al final de la intervención, a pesar de una reducción de peso relativamente modesta (9).
Síndrome metabólico y agua de mar, beneficios y propiedades
La resistencia a la insulina es una de las claves para luchar contra el síndrome metabólico y la DM tipo 2. Las estrategias se centran en la restricción calórica, el ejercicio físico y el empleo de fármacos (cuando las dos primeras no son del todo eficaces es por la falta de adherencia de los pacientes).
Entre los beneficios del agua de mar tenemos el efecto que produce sobre la resistencia a la insulina, pudiéndose emplear dentro de la gama de complementos dietéticos en la lucha frente a las enfermedades metabólicas.
Diferentes estudios en ratones (Hwang HS et al) muestran cómo el agua de mar mejora los parámetros analíticos, reduciendo los marcadores de diabetes e infiriéndose de estos datos que el agua de mar puede ser útil en el control y prevención del desarrollo, tanto del síndrome metabólico como de la DM tipo 2.
Bibliografía:
- Reaven, GM. Conferencia Banting 1988: papel de la resistencia a la insulina en las enfermedades humanas . Diabetes 1988 ; 37: 1595 – 1607 .
- Sperling, LS, Mechanick, JI, Neeland, IJ. La alianza de salud cardiometabólica: trabajando hacia un nuevo modelo de atención para el síndrome metabólico . J Am Coll Cardiol 2015 ; 66: 1050 – 1067 .
- Carson C, Lawson HA. Epigenética del síndrome metabólico. Physiol Genomics. 2018 1 de noviembre; 50 (11): 947-955. doi: 10.1152 / fisiolgenómica.00072.2018. Publicación electrónica del 21 de septiembre de 2018 PMID: 30240346; PMCID: PMC6293117.
- Barker DJ. Los orígenes de la teoría de los orígenes del desarrollo . J Intern Med 261 : 412–417, 2007. doi: 10.1111 / j.1365-2796.2007.01809.x.
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- Ballester-Vallés C, Flores-Méndez J, Delgado-Moraleda J, Ballesteros Martín-Portugués A, Merino-Torres JF, Fornés-Ferrer V, Martí-Bonmatí L. Hepatic and pancreatic fat as imaging biomarkers of metabolic syndrome. Radiologia. 2020 Mar-Apr;62(2):122-130. English, Spanish. doi: 10.1016/j.rx.2019.05.010. Epub 2019 Aug 22. PMID: 31447050.
- Gladys Lira Ramos, M.D. El ayuno como tratamiento para la diabetes tipo 2: Revisión bibliográfica. Medicina Naturista. 2012; Vol.6 – N.º 2:66-70 I.S.S.N.: 1576-3080.
- Bull F., Goenka S., Lambert V., Pratt M. Actividad física para la prevención de enfermedades cardiometabólicas. En: Prabhakaran D., Anand S., Gaziano TA, Mbanya JC, Wu Y., Nugent R., editores. Trastornos cardiovasculares, respiratorios y relacionados. 3ª ed. El Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento / Banco Mundial; Washington, DC, EE. UU.: 2017. Capítulo 5.
- Den Boer AT, Herraets IJ, Stegen J., Roumen C., Corpeleijn E., Schaper NC, Feskens E., Blaak EE Prevención del síndrome metabólico en sujetos IGT en una intervención de estilo de vida: resultados del estudio SLIM. Nutr. Metab. Cardiovasc. Dis. 2013; 23 : 1147-1153. doi: 10.1016 / j.numecd.2012.12.005.
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