Las poroqueratosis actínicas engloban a una serie de enfermedades de la piel, en las que se produce una alteración de la queratinización de la misma, cuya manifestación principal es la aparición de pápulas, placas o máculas atróficas en la zona central, con hiperqueratosis, bien delimitadas, única o múltiples, con la característica de la aparición de la laminilla cornoide, que hace referencia al tenue anillo de hiperqueratosis que rodea a la lesión. Su importancia radica en la capacidad de malignización de algunas de las poroqueratosis, teniendo que hacerse un seguimiento continuado.
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¿Cuáles son las posibles causas de la poroqueratosis actínica?
A la poroqueratosis se la puede considera una genodermatosis, con esto se pretende orientar a la poroqueratosis como una patología con importante influencia de los genes, siendo de trasmisión autosómica dominante, con una penetrancia variable. Además de lo factores genéticos que son predisponentes, es necesaria en la mayoría de los casos de la intervención de un factor detonante de su aparición, entre ellos podemos encontrar; la radiación ultravioleta, la inmunosupresión, inducción farmacológica…
La poroqueratosis actínicas superficial diseminada
La poroqueratosis puede manifestarse de diferente forma, dando lugar a diferentes tipos, y denominaciones de la poroqueratosis. Entre los tipos de poroqueratosis nos encontramos con la poroqueratosis actínica simple diseminada, poroqueratosis de Mibelli, poroqueratosis lineal, poroqueratosis diseminada palmo/plantar, poroqueratosis punctata.
Nos centraremos en la poroqueratosis actínica superficial diseminada, por ser esta la variante más frecuente, en la que el detonante es la foto exposición. Este tipo de poroqueratosis se manifiesta en las zonas foto expuestas, de forma simétrica, dándose con mayor frecuencia en el sexo femenino, apareciendo en la tercera o cuarta década de la vida, y aunque podemos encontrarla en cara es menos frecuente que la aparición en la zona pretibial. Las máculas que nos encontramos son menores de 1 cm, con la aparición de múltiple lesiones que pueden alcanzar el centenar, empeorando en verano tras la exposición solar. En la mayoría de las ocasiones los síntomas son anodinos, como puede ser el leve prurito, la descamación…
¿Cómo se trata la poroqueratosis actínica superficial diseminada?
El tratamiento más importante es evitar la exposición solar, si no es posible el empleo de barreras físicas o químicas y suplementación con vitamina D, ya que pueden reducirse sus niveles al reducir drásticamente la exposición solar. Una vez se manifiesta la enfermedad, esta progresa a lo largo de los años, teniendo que valorarse las lesiones para, aunque raro, prevenir o tratar de forma temprana la malignización de las lesiones. Será función del especialista determinar la estrategia terapéutica y el seguimiento de la enfermedad.
Desequilibrios del medio interno, agresión del medio externo y alteraciones del terreno biológico
La poroqueratosis, siendo una enfermedad rara, es un ejemplo de cómo la alteración de los pilares de la homeostasis, conducen a la enfermedad. Existen variantes de esta enfermedad que son capaces de regresar de forma espontánea, dándose principalmente en niños, que podrían justificar la recuperación del equilibrio, pero solo es una hipótesis. Lo que es cierto, es que cuando se producen alteraciones de dos o más de los pilares que se encargan del equilibrio orgánico, este es fácil que termina por desarrollar una enfermedad de difícil tratamiento. Se han informado de caso que, una vez resuelta la enfermedad de base, la poroqueratosis se ha frenado incluso regresado totalmente, observándose en otras situaciones transformación maligna. Esto demuestra el importante papel del sistema inmunológico en el control de muchos procesos y su evolución, siendo importante mantener un sistema defensivo en sus mejores condiciones para poder enfrentarse de forma eficaz a cualquier desequilibrio.
Por otro lado, el terreno biológico, aun teniendo cierta predisposición no tiene que conducir de forma inexorable a la aparición del desequilibrio. Existiendo mecanismos epigenéticos, que posiblemente, puedan regular la expresión génica y que un enfermedad se manifieste o no e influenciando también en el grado de intensidad de la misma. Siendo importante recapacitar en el concepto del individuo como un todo y que, aunque el texto genético es el que es, es posible que podamos interpretarlo, si somos capaces de conocernos y conocer la íntima relación que guardamos con el entorno.
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