La febrícula es un síntoma común derivado de muchas enfermedades. Sin llegar a considerarse fiebre, indica un suceso anómalo en nuestro organismo. En ocasiones, cuando existe prolongación en el tiempo, puede derivar en febrícula persistente.
Febrícula: ¿qué es y a qué temperatura empieza?
Se considera febrícula a una elevación de la temperatura corporal por encima de los 37 grados, sin rebasar los 38 grados, momento en que pasaríamos a hablar de fiebre.
Para que se dé esta situación debe existir un incremento de sustancias pirógenas internas ya sea por estímulo externo como interno, estos pueden ser infecciones, factores como el estrés o cansancio crónico u otros procesos como el cáncer.
¿Cómo reaccionar ante una febrícula prolongada?
- En el casos de los lactantes, por motivo de la salida de los dientes, es fácil que padezcan una febrícula prolongada a lo largo de semanas o meses por lo que, aunque se deba acudir al pediatra, los padres no deben preocuparse por dicho suceso, puesto que la propia salida de los diente puede inducir la producción de pirógenos endógenos.
- También puede aparecer una febrícula persistente durante procesos infecciosos de naturaleza viral, en la que los síntomas suelen ser más anodinos y llevaderos, por lo que se puede prolongar la fase de convalecencia en la que aparece la febrícula vespertina junto con síntomas digestivos y respiratorios.
Aun siendo importante una buena anamnesis y exploración, sí es verdad, que en la mayoría de las ocasiones son procesos banales los que se asocian a febrícula, pero en el caso de los adultos en los que la febrícula persiste a lo largo de las semanas o meses se deben descartar alteraciones de la inmunidad, procesos psicoafectivos como la depresión profunda, enfermedades metabólicas, cáncer, empleo de fármacos…
Fiebre de origen desconocido (FOD) y febrícula persistente
Debemos diferenciar entre los que padecen de FOD y la febrícula persistente. La diferencia es sencilla en el caso de la fiebre de origen desconocido esta debe ser superior o igual a 38,3 grados, además debe tener una duración superior a las tres semanas y no debe conocerse el origen de la fiebre. En el caso de la febrícula persistente se suele encontrar alguna asociación que justifica el incremento de la temperatura de forma persistente, ya sea como hemos dicho, por procesos inflamatorios o infecciosos, entre otros.
¿Qué hacemos ante esta persistencia?
Ante una situación de febrícula persistente debemos tomar las medidas necesarias para poder determinar el origen de esta. Es prioritario encontrar el origen que estimula la producción de pirógenos endógenos. Puesto que una vez establecido esta, la persistencia de la febrícula puede estar justificada y no ser signo de alarma.
El medio interno como vía de comunicación
Como bien estudió René Quinton, la vida persigue la perpetuación de una serie de constantes y, para ello, es capaz de modificar su expresión genotípica dando lugar a un nuevo fenotipo. Parece un retruécano chistoso de la naturaleza, pero es cierto que existen una serie de parámetros vitales que deben mantenerse constantes a lo largo de la vida.
Debido a esto, cualquier desequilibrio en el que encontremos modificaciones de variables como temperatura, osmolaridad, volemia, tensión arterial o de otras más concretas como concentración iónica, lipídica, etc… debe hacernos pensar que se está produciendo algún tipo de fenómeno interno, por el cual, el sistema está modificando los valores de sus constantes. Siendo así, tendremos que encontrar la causa que origina la febrícula persistente, más que valorar como anodino una leve elevación de la temperatura corporal, de forma que prestemos atención a las características cualitativas más que a las cuantitativas. Es más importante encontrar la causa que tratar la febrícula.
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