Con la teoría del “caldo primigenio”. concepto que se debe al biólogo ruso Alexander Oparin, se intentó dar solución a los orígenes de la vida. El experimento de Miller dio como resultado el apoyo de esta teoría. En este experimento bajo ciertas condiciones determinadas en combinación con elementos inorgánicos se consiguió formar moléculas orgánicas.
La comunidad científica está convencida con que hace 3600 millones de años se originó la vida y que todos los seres vivos tienen un ancestro común denominado “LUCA”.
Las evidencias indican que durante la etapa de la historia terrestre que comprende desde 4300 a los 3900 antes de cristo, tuvo lugar la transformación de compuestos simples a otros más complejos que en la actualidad forman parte de los seres vivos.
Equilibrio hídrico como resultado inesperado
La vida surgió el agua de mar con una concentración de sales totales entre el 7-9 % y una temperatura próxima a los 44 grados. Como dijo el profesor, Henry Doffin “La vida reposa en una química orgánica natural por vía acuosa fuertemente ionizada”.
El caldo de cultivo donde las sustancias orgánicas se seguían acumulando y seguían reaccionando, con el paso de los milenios dio lugar a esférulas diminutas ricas en sustancias complejas, estas podían ser elementos rudimentarios, pero podrían producirse pequeños gradientes electroquímicos, por movimiento de los iones disueltos en el agua primigenia, estos iones en disolución en una concentración estable, marcaron los gradientes y concentraciones electroquímicos, junto con la materia orgánica que finalmente determinarían el medio que iba a ser fundamental para los organismos vivos.
Estas concentraciones iónicas, atendiendo a sus características electroquímicas, arrastran agua para hidratarse, también los compuestos orgánicos tienden a hidratarse y en particular los que contengan carga y de la misma forma los desechos han de eliminarse disueltos, alcanzando para ello un equilibrio hídrico.
Una vez que los organismos evolucionan a estados más complejos, los nutrientes y desechos deben alcanzar diferentes destinos y por lo tanto deben viajar por el organismo en disolución, el agua es el solvente en el que van inmersos todos los solutos.
Por lo que podríamos decir que el equilibrio hídrico es aquel que resulta de las necesidades de los diferentes procesos y reacciones que se desarrollaron conjuntamente con la complejización de la vida.
El equilibrio hídrico como constante
El contenido de agua del organismo está altamente regulada, aun con grandes ingestas de agua o pérdidas de la misma, las variaciones del contenido en agua suele ser muy pequeñas entre el 1-3%.
El equilibrio hídrico del cuerpo se define como la diferencia neta entre el agua que se ingiere más el agua endógena que se produce por el metabolismo, menos todas las pérdidas.
Las pérdidas son fundamentalmente por la orina, las heces y pérdidas insensibles (pulmones y piel) suele ser en término medio 2,5 litros. El agua metabólica compensa una pequeña parte de las pérdidas, pero no son suficientes, el resto de agua ha de ser repuesta con la ingesta de alimentos y líquidos hasta alcanzar el equilibrio hídrico.
Las necesidades de agua, en términos generales es la reposición del agua perdida y es entorno a los 2,5 litros como hemos nombrado y estas se descomponen en; 1 litro del agua de los alimentos, otros 1,2 litros de líquidos ingeridos y 0,3 litros del agua metabólica.
Pero estas necesidades son muy variables, puesto que un día de calor o ante una actividad de intensidad elevada, los mecanismos de termorregulación van a incrementar las pérdidas insensibles, por mediación del sudor, pudiendo alcanzar varios litros de agua que han de ser repuestos.
El control del agua corporal
El mecanismo fundamental que intenta mantener el equilibrio hídrico, se centra en el hipotálamo que responderá indirecta y directamente. Su primera respuesta va a ser indirecta por los cambios que se van a producir en la concentración de solutos, estos aumentaran en proporción a las pérdidas de agua.
Por otro lado un mecanismo directo se da cuando se alcanza una pérdida del 5-10% del volumen plasmático. En ambos casos el hipotálamo detectará los cambios de concentración y volumen activando el mecanismo de la sed y volcando al torrente sanguíneo, desde la hipófisis posterior, la ADH, que aumentará la retención de agua por el riñón.
El riñón por su parte y de forma autónoma activará, además, los mecanismos de retención de agua y sodio por el sistema SRAA, por disminución del volumen plasmático.
Estos son los mecanismos más importantes en la conservación del volumen y de la osmolaridad plasmática.
Los experimentos de René Quinton, más allá del equilibrio hídrico
René Quinton en uno de sus experimentos tras dejar exangüe a un perro de 10 kilos e inyectándole agua de mar en sustitución de la sangre perdida, evaluó la progresión del animal a lo largo de los primeros días. El primer día el animal se mantuvo inmóvil, el segundo día se desplazaba, conforme aumentaban los niveles de glóbulos rojos, el animal fue mejorando de forma progresiva. El perro falleció a los cinco años en un accidente.
En este tipo de experimentos, que posteriormente en 1974 fueron parcialmente reproducidos con los mismos resultados, hacen plantearse las diferentes leyes de la constancia de René y que efectos, además de los conocidos, puede tener la Terapia Marina.
Los organismos cuando reacciona a los diferentes desequilibrios hídricos con respuestas particulares que normalizarán el desajuste, su propósito es el de mantener el estado primigenio en el que la vida se produjo y se perpetuo.
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