¿Qué es la macrobiótica y en qué consiste? Te explicamos todo lo que necesitas saber para incorporar un desayuno macrobiótico. Una alimentación centrada en la idea del Yin-Yang y el equilibrio.
Origen de la macrobiótica
La macrobiótica etimológicamente se define como la “gran o larga vida” tiene múltiples interpretaciones semánticas y debido a la concepción de esta palabra con importante connotación filosófica, no es fácil acotar su dimensión.
La macrobiótica surge como una rama de la filosofía oriental, basada en el concepto del Yin-Yang como elementos conformadores del equilibrio vital.
Las interrelaciones del individuo con el entorno constituyen la base del desarrollo, es por esto, que se ha de tener en cuenta el concepto del uno con el todo.
El individuo como manifestación del cosmos se alimenta de él, representándose como un microcosmos. Las leyes de la naturaleza que conforman el macrocosmos se traducen física y químicamente en la vida, una vida sujeta a las mismas leyes que el universo.
¿Qué es? La macrobiótica como un todo
Partiendo de una percepción unitaria, la macrobiótica se centra en ajustar los ritmos de la vida en correlato a los ritmos cósmicos, es por esto, un pilar fundamental entender los biorritmos tanto diurnos como anuales.
El pensador George Ohsawa fue quien introdujo la macrobiótica como tal, por sus raíces filosóficas se muestra la estrecha relación con la Medicina Tradicional Oriental.
Las leyes de la naturaleza rigen y guían a todos los organismos vivos que en ella habitan, siendo estos últimos los que por medio de la vía bidireccional pueden llegar a modificar las resultantes de estas leyes, condicionando nuevos equilibrios.
Contemplar y observar la naturaleza, en sí misma, es observarnos a nosotros mismos, actuar correctamente con ella es actuar positivamente con nosotros.
Por todo esto, la macrobiótica no define conceptos concretos, sino más bien, remarca la necesidad de escucharnos a nosotros y a nuestro entorno.
Alimentación macrobiótica
La filosofía macrobiótica aplicada en la alimentación, pretende asociar la conducta alimentaria al ciclo de la vida regido por el Yin-Yang.
Los alimentos se asociarán unos con el Yin y otros con el Yang, de la misma forma el día y las estaciones están sujetas a la inercia de estos dos grandes balanceadores.
Por lo tanto, los productos que se deben emplear son aquellos que se desarrollan en cada estación, en un medio natural, poco manipulado, puesto que responderán a los requerimientos de las leyes que los constituyeron, ya sean con una base Yin o de base Yang.
Entendamos que el proceso digestivo comienza antes del contacto con el alimento, por ello uno debe ser sosegado y consciente cuando se alimenta.
Saber que comemos como somos y somos lo que comemos es crucial, de forma que podemos ser conscientes de nuestra naturaleza por medio de nuestra alimentación y modificar nuestras conductas por medio de lo que comemos.
¿Cómo es el desayuno macrobiótico?
Siendo los términos de la macrobiótica genéricos, sí existen productos alimentarios asociados a sus características Yin-Yang.
Podemos decir que sujeto a los condicionamiento de la filosofía oriental, estos productos que se consideran esenciales son propios de su cultura, como el empleo de té verde, algas, setas, miso, soja y sus derivados… Pero tengamos en cuenta que la macrobiótica va más allá de la geografía y agricultura de quienes la desarrollaron.
A la hora de diseñar un desayuno en macrobiótica debemos tener en cuenta distintos aspectos:
- Las condiciones del individuo.
- La condición climatológica
- Los productos de la tierra que se pueden obtener en la estación y que sirvan para contrarrestar los desequilibrios.
Desayuno macrobiótico para el otoño
Podemos poner un ejemplo, con un desayuno para el otoño, este debería estar compuesto, por productos que tonifiquen el pulmón, asistan al corazón y potencie el riñón, todo esto desde la perspectiva energética y los sistemas de control regulación de los órganos sobre un equilibrio global.
Traducido en alimentos, serían productos como las tisanas de jengibre, té, tomillo, caldos, tortas de cereales integrales de avena, trigo sarraceno, arroz, fermentos lácticos o de hongos. Pueden consumirse purés de legumbres ya sean de garbanzos, lentejas.
Lo importante es encontrar un equilibro entre los productos consumidos, y además, reducir o mejor desechar todos aquellos que sean procesados, tratando de emplear aquellos alimentos de origen biológico.
Recalcaré, por último, la necesidad del asesoramiento por parte de un profesional a la hora de seguir cualquier dieta que suponga variaciones significativas con respeto a los estándares, puesto que la eliminación de algunos productos si no se suplantan por otros equivalentes podemos producir desequilibrios por carencias, sobre todo, en vitaminas y minerales.
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