El agua corporal o agua corporal total es la cantidad de agua que se distribuye por todo el organismo. Esta supone un 60% del peso corporal total, el otro 40% corresponde a un 15% tejido graso o adiposo, un 18% a los glúcidos y proteínas y un 7% a los minerales.
Esta proporción es variable, siendo afectada por el sexo, la edad y factores constitucionales.
Con respecto a la edad, nos podemos encontrar a los neonatos que contienen alrededor de un 75-80% de agua corporal, hasta los mayores de 60 años que pueden tener un 50-45% de agua corporal.
Esta diferencia, en gran medida, es debida a que con la edad la cantidad de grasa que se distribuye por nuestro organismo se va incrementando y esta al tener menor proporción de agua hace descender su porcentaje, aun cuando nuestro peso no varíe.
Por lo tanto las personas obesas tienen menor cantidad de agua por kilogramo de peso que los delgados, de la misma forma sucede con las mujeres al tener una mayor proporción de grasa su agua corporal es proporcionalmente menor.
El agua corporal se va a distribuir en dos compartimentos:
Compartimento extracelular: 1/3 del agua corporal total, con un 80% líquido intersticial (contiene cationes: sodio y calcio, aniones: cloro) y un 20% de plasma (cationes: sodio y calcio, aniones: cloro).
Compartimento intracelular: 2/3 restantes (cationes: potasio y magnesio, aniones: proteínas, Amortiguadores: fosfatos y sulfatos).
Por lo tanto el volumen de agua en una persona de 70 Kg será de unos 42 L de agua corporal, esta cantidad de agua ha de mantenerse estable. Pero debemos tener en cuenta que existen pérdidas de agua, estas pérdidas se dan por cuatro vía:
–Por los pulmones y otros (denominadas ocasionales), ya que el aire que expiramos contiene vapor de agua.
–Por la piel, mecanismo de termorregulación o fenómenos simpáticos u hormonales.
-Por el tubo digestivo, junto con las heces.
-Por los riñones, que es el gran regulador hidroelectrolítico ajustándose de los ingresos y egresos que se dan por las otras vías.
Las recomendaciones desde diferentes agencias, orientan al consumo de unos 2,5 L de agua al día. Debido a que la vía de administración es la oral, fundamentalmente, existe un mecanismo de intercambio hídrico entre los compartimentos para la distribución de estas por todo el organismo. Como las células contienen membranas lipídicas, ofrecen resistencia al paso del agua y de los solutos, al tener el agua carga, necesita una vía de paso que garantice su distribución con la mínima resistencia, esta vía de paso la ofrecen las acuaporinas.
Se han descrito varias acuaporinas: AQP-1 en riñón, eritrocitos; AQP-2 en riñón; AQP-3 en riñón y colon; AQP-4 en cerebro y riñón; AQP-5 en glándulas lacrimales y salivales, pulmón; AQP-6 en riñón; AQP-7 en espermatozoides; AQP-8 en glándulas salivares, páncreas endocrino, colon; AQP-0 en uniones tipo GAP.
Por medio de las acuaporinas se distribuye el agua, pero es necesario que éste agua se mantenga en los diferentes tejidos y estos es gracias a los iones, proteínas y moléculas con carga, disueltos en ella. Gracias a la selectividad de las membranas celulares que impiden el paso de los iones y resto de moléculas entre los diferentes compartimentos, en términos generales, produciendo un gradiente de presiones (presión osmótica) que conduce la retención del agua en el medio en el que se encuentran. Este tono es el que mantendrá el equilibrio hídrico.
Por lo que hace falta agua e iones para mantener la turgencia, el tono de los tejidos y su correcto funcionamiento.
Por otro lado las pérdida de agua siempre van acompañadas de pérdidas de minerales, que pueden estar más o menos concentrados, pero siempre se eliminarán iones con el agua, principalmente sodio, cloro y potasio.
La ganancia de agua es un mecanismo contra la deshidratación
Si se superan las pérdidas de agua con respecto a los egresos de la misma, los centros hipotalámicos muy sensibles al incremento de la osmolaridad, activarán los mecanismos de la sed, en el caso de una hemorragia también se activarán los mecanismos para la retención de agua, pero en este caso será el riñón quien se encargue.
Los mecanismos de compensación responden muy rápido a la disminución de volumen o al incremento de la osmolaridad.
A las pérdidas de sodio y otros minerales la respuesta no es tan contundente
No sucede lo mismo en la expansión de volumen o en la disminución de la osmolaridad, en estos casos los sistemas de compensación tienen una respuesta más lenta o menos eficiente, en muchos casos por haber factores hormonales implicados.
Por ejemplo, en el cuadro como el que se puede dar tras una cirugía, ejercicio intenso, dolor, estrés, hipoglucemia en los que se puede producir una secreción inadecuada de ADH (SIADH) el organismo debido al incremento de esta hormona retendrá agua hasta un puno en el que por fenómenos puramente físicos responderá con la diuresis de presión (Guyton), activación SRAA y del PNA, pero seguirá habiendo una leve hipervolemia, solo que se mantendrá estable.
En lo que respecta al sodio, mencionaremos la hiponatremia asociada al ejercicio, esta se define como presencia de sodio plasmático inferior a 135 mmol/l durante o dentro de las primeras 24 H d después de la actividad física. Los primeros casos se dieron en 1985, época en la que se recomendaba ingesta de abundante líquido. El aumento de peso es el valor predictivo más importante de hiponatremia. De esto se deduce que la respuesta a la hipervolemia como a la hiponatremia depende de un control menos riguroso.
Por lo que se tiene que tener una correcta reposición mineral con las pérdidas importantes de agua, pues esta arrastrará a los minerales disminuyendo su concentración, en particular el sodio, dando lugar a alteraciones como cansancio, fatiga, confusión, letargo y en casos graves convulsiones y coma.
El agua corporal total y los electrolitos que contienen son importantes para el equilibrio del organismo.
Los trastornos hidroelectrolíticos son aquellas alteraciones del contenido corporal de agua o electrolitos del cuerpo humano. Se clasifican por exceso o por defecto, siendo múltiples las etiologías que puede producirla.
Las principales alteraciones hidroelectrolíticas son por alteraciones del agua, sodio, potasio, cloro, fósforo, magnesio y alteraciones del PH.
Pero no se debe contemplar solo los efectos de unos pocos electrolitos, desde la perspectiva de René Quinton el agua corporal total, es denominada el “medio vital” y para él, es más que el agua mezclado con unos determinados solutos. Es un medio en un estado de equilibrio cuya función es proporcionar las fuentes de energía y revitalización celular, pero esta función celular está a la vez supeditada e interrelacionada con el medio en el que se desenvuelve.
Por lo tanto debemos entender que en ese “medio vital” existen más elementos que unos pocos oligoelementos en solución.
Cada litro de agua de mar, que se obtiene de los vórtices fitoplanctónicos, contiene una media de 3,44 miligramos de derivados prebióticos del carbono, como aminoácidos, azúcares, vitaminas, etc.
Los iones en fase líquida los hacen altamente biodisponibles, transformados por fitoplancton y zooplancton, en cadenas tróficas naturales. Actúan por efecto directo con una simbiosis natural con nuestro organismo, cuya formulación mineral de sus líquidos es exquisitamente parecida al de la Terapia Marina.
Con la Terapia Marina vamos a proveer al organismo de los electrolitos necesarios y elementos traza, no solo para el mantenimiento hídrico, sino también para el buen funcionamiento de conjunto, como un microsistema.
E diferentes estudios se ha verificado el efecto inmunomodulador de la Terapia Marina mediante ensayos ex vivo e in vitro con esplenocitos murinos. Concluyéndose que parecía poseer una cierta actividad anti-inflamatoria en ensayos in vitro con macrófagos murinos.
Se ha podido demostrar que la nefrona excreta el doble de volumen hídrico y de partículas sólidas, bajo la acción de la Terapia Marina, en comparación con el suero fisiológico convencional.
Esto pone de manifiesto que con la Terapia Marina se e ofrece al organismo no solo una reposición hidromineral sino un medio ideal para la función celular, tanto energética como detoxificadora.
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